lunes, 29 de febrero de 2016

I remember Clifford


Esa difícil costumbre de que esté muerto. Como Bird, como Bud, he didn´t stand the ghost of a chance, pero antes de morir dijo su nombre más oscuro, sostuvo largamente el filo de un discurso secreto, húmedo de ese pudor que tiembla en las estelas griegas donde un muchacho pensativo mira hacia la blanca noche del mármol. Allí la música de Clifford ciñe algo que escapa casi siempre en el jazz, que escapa casi siempre en lo que escribimos o pintamos o queremos. De pronto hacia la mitad se siente que esa trompeta que busca con un tanteo infalible la única manera de rebasar el límite, es menos soliloquio que contacto. Descripción de una dicha efímera y difícil, de un arrimo precario: antes y después, la normalidad. Cuando quiero saber lo que vive el shamán en lo más alto del árbol de pasaje, cara a cara con la noche fuera del tiempo, escucho una vez más el testamento de Clifford Brown como un aletazo que desgarra lo continuo, que inventa una isla de absoluto en el desorden. Y después de nuevo la costumbre, donde él y tantos más estamos muertos.

LA VUELTA AL DÍA EN OCHENTA MUNDOS

























sábado, 13 de febrero de 2016

If...


Si puedes mantener la cabeza en su sitio cuando todos a tu alrededor
la han perdido y te culpan a ti.
Si puedes seguir creyendo en ti mismo cuando todos dudan de ti,
pero también aceptas que tengan dudas.
Si puedes esperar y no cansarte de la espera;
o si, siendo engañado, no respondes con engaños,
o si, siendo odiado, no incurres en el odio.
Y aun así no te las das de bueno ni de sabio.

Si puedes soñar sin que los sueños te dominen;
Si puedes pensar y no hacer de tus pensamientos tu único objetivo;
Si puedes encontrarte con el triunfo y la derrota,
y tratar a esos dos impostores de la misma manera.
Si puedes soportar oír la verdad que has dicho,
tergiversada por villanos para engañar a los necios.
O ver cómo se destruye todo aquello por lo que has dado la vida,
y remangarte para reconstruirlo con herramientas desgastadas.

Si puedes apilar todas tus ganancias
y arriesgarlas a una sola jugada;
y perder, y empezar de nuevo desde el principio
y nunca decir ni una palabra sobre tu pérdida.
Si puedes forzar tu corazón, y tus nervios y tendones,
a cumplir con tus objetivos mucho después de que estén agotados,
y así resistir cuando ya no te queda nada
salvo la Voluntad, que les dice: "¡Resistid!".

Si puedes hablar a las masas y conservar tu virtud.
o caminar junto a reyes, sin menospreciar por ello a la gente común.
Si ni amigos ni enemigos pueden herirte.
Si todos pueden contar contigo, pero ninguno demasiado.
Si puedes llenar el implacable minuto,
con sesenta segundos de diligente labor
Tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
y —lo que es más—: ¡serás un Hombre, hijo mío!








El problema no es 
si te buscas o no más problemas 
El problema no es 
ser capaz de volver a empezar 
El problema no es 
vivir demostrando 
a uno que te exige 
y anda mendigando 
El problema no es 
repetir el ayer 
como fórmula para salvarse 
El problema no es jugar a darse 
El problema no es de ocasión 
El problema señor 
sigue siendo sembrar amor
El problema no es 
de quien vino y se fue o viceversa 
El problema no es 
de los niños que ostentan papás 
El problema no es 
de quién saca cuenta y recuenta 
y a su bolsillo 
suma lo que resta 
El problema no es de la moda mundial 
ni de que haya tan mala memoria 
El problema no queda en la gloria 
ni en que falten tesón y sudor 
El problema señor 
sigue siendo sembrar amor 
El problema no es 
despeñarse en abismos de ensueños 
porque hoy no llegó 
al futuro sangrado de ayer 
El problema no es 
que el tiempo sentencie extravío 
cuando hay juventudes 
soñando desvíos 
El problema no es 
darle un hacha al dolor 
y hacer leña con todo y la palma 
El problema vital es el alma 
El problema es de resurrección 
El problema señor 
será siempre 
sembrar amor.