jueves, 8 de septiembre de 2016

Lizano de Berceo


Fui al médico del cerebro,
del alma,
los médicos
con su uniforme blanco,
los curas
con su uniforme negro,
los militares
con su uniforme verde,
el papa
con su uniforme blanco.

Ya vemos
lo que les pasa a los dominantes
cuando prescinden del uniforme.
Qué ha sido, por ejemplo,
de los reyes
sin su uniforme...

Por no hablar del uniforme
de los bomberos, de los policías,
de los conserjes,
de los mayordomos,
de las monjitas, de los presos,
de los jueces,
¡vaya uniforme el de los jueces!...

¿Y los burgueses?
¿Y su uniforme de señores?
¿Y el de los cocineros?
Pobres cocineros:
hasta los cocineros
revestidos... Y las novias
vestidas de blanco
cuando se dirigen
a firmar con los novios
el contrato...
¡plaga de contratos!

Y qué sería este mundo sin uniformes:
sería
el mundo real poético...

El caso es que fui al médico
del alma, del cerebro...
¡qué pretensión salvar el alma
con la teología,
o la química
y otros derivados
de la Razón! Y cómo
va a curar con su locura
la Razón al alma
al liberarse de su dominio
si liberarse de su dominio 
es lo único
que puede salvarla.

El caso es que fui al médico,
con su uniforme blanco,
llamado bata,
como los farmacéuticos,
como los fantasmas...
hundido por aquel
desamor que había
herido gravemente y, cómo no,
mi alma
y me dio una medicina
como si el alma
fuera un intestino
o una garganta.

Y yo le dije: no necesito
medicina, necesito
cariño...
Y pensé:
lo que yo necesito,
lo que todos necesitamos,
es que se acaben los uniformes,
que todo cambie de sentido.

Y las órdenes,
que se acaben las órdenes,
las recetas, los específicos,
los sermones, sobre todo
los sermones.

Recuerdo que cuando yo
era un niño
íbamos a la escuela
con uniforme.
¡Venga! ¡Todos uniformados!
Qué educativo...

Y qué son las ideas
sino uniformes malditos
si lo que necesitamos
es cariño, mucho cariño...

Y al cabo de cierto tiempo
volví al médico y me preguntó
si me había tomado la medicina.
Y le dije que no
Y él, indignado, me dijo:
¡No sé
ni cómo le recibo!



























10 comentarios:

carlos perrotti dijo...

"Y qué son las ideas
sino uniformes malditos..."

Un diferente sin duda Lizano, irreverente si los hay, inasible también, inclasificable y por qué no incalificable ... que lo conocí por ustedes, con aquel poema maravilloso "me gustan las personas curvas" o algo así, que falleció no hace mucho, verdad? aunque eso de falleció en tipos como estos no puede ser del todo cierto.

No copio y pego más versos porque no sé con cual quedarme. Lúcido personaje. Excelente entrada le dedicaste, Marian.

Por alguna razón el track de Nina no lo puedo abrir. Pero eso se subsanará mañana, cuando regresaré.

carlos perrotti dijo...

No conocía este video, esta interpretación de Nina del clásico, diferente por donde la mires y la escuches. Nina diferente. Como Lizano.

marian dijo...

Entiendo a Jesús Lizano y lo que dice, pero creo que todo puede cambiar de sentido sin necesidad de acabar con los uniformes (de tela y aspecto)... y a ver cómo lo explico:)

La vestimenta (uniformada) en la mayoría de las profesiones es por cuestiones prácticas, la de los bomberos, p.e.; otras ridículas y prescindibles (para mí) como la de los jueces, p.e., que forman parte de la parafernalia como tantas otras, como las bodas, p.e.
Para mí el sentido de todo cambiaría si se valorasen y no se menospreciaran las profesiones o las actividades de cada uno dependiendo de cuáles fueran. Si se acabara con el servilismo que se practica hacia algunas profesiones y el desprecio y la poca valoración hacia otras, que lleva a que unos se crean superiores y otros inferiores, cuando la realidad es que todos son imprescindibles.

Luego, al margen de las profesiones, están los que se uniforman (y acabaríamos llegando a aquello del "hábito y el monje" a lo pijo, a lo clásico, a lo hippie, a lo burgués, a lo antisistema, a lo sencillo, a lo sofisticado, a lo roquero, a lo ermitaño, a la última, a, a, ... y ¿por qué no?... a lo ácrata.

marian dijo...

Para mí, la de Nina SImone, es la mejor versión del "My Way", mejor dicho, la que más me gusta.

marian dijo...

Eh, y en el final hay cariño por parte del médico:)

marian dijo...

Y a pesar de no estar de acuerdo en todo, aunque le entiendo, me gusta la "way" de Jesús Lizano.

carlos perrotti dijo...

Qué agregar, excepto que nada para agregar.

Escuchando versiones de My Way en youtube y tomando al estilo o forma de cantar de la gran mayoría de sus intérpretes como una suerte de uniforme, la versión de Nina, tanto su arreglo como su voz y forma de cantar, le quita el uniforme a la uniformada idea de cantar My Way de manera uniforme, me refiero a que la gran mayoría le da preponderancia a la melodía, al arreglo ampuloso de las voces, lo que para mi gusto edulcora un poco el resultado final, no?... Ojalá sea claro lo que quiero decir.

marian dijo...

Claro, no... clarísimo:)

Juan Nadie dijo...

Una "rara avis", Jesús Lizano, 'Lizanote de la Acracia', el penúltimo ácrata, que en estos tiempos de pensamiento casi único queda hasta exótico y friki donde los haya. Hay que oirle recitar sus poemas. Genial y auténtico.

De Nina Simone no diremos nada, que ya está todo dicho. Monstruo.

marian dijo...

Genio y figura más allá de la sepultura.