miércoles, 27 de agosto de 2014

En la vida ocurre




“En la vida ocurre lo que en el ajedrez. Trazamos un plan, pero ese plan está condicionado por lo que quiera hacer, en el ajedrez, el adversario, y en la vida, el destino. Las modificaciones que el plan sufre con ello son casi siempre tan grandes que en su ejecución apenas resulta ya reconocible en algunos de sus rasgos básicos”

―Arthur Schopenhauer―















Al final de este viaje en la vida, quedarán 
nuestros cuerpos hinchados de ir
a la muerte, al odio, 
al borde del mar. 

Al final de este viaje en la vida, 
quedará 
nuestro rastro invitando a vivir,  
por lo menos por eso es que estoy aquí,
somos prehistoria que tendrá el futuro, 
somos los anales remotos del hombre,
estos años son el pasado del cielo, 
estos años son 
cierta agilidad con que el sol te dibuja
en el porvenir, 
son la verdad o el fin, 
son Dios, 
quedamos los que puedan sonreír
en medio de la muerte, 
en plena luz. 

Al final de este viaje en la vida, quedará
una cura de tiempo y amor
una gasa que envuelva un viejo dolor. 

Al final de este viaje en la vida, quedarán 
nuestros cuerpos tendidos al sol 
como sábanas blancas después del amor. 


Al final del viaje está el horizonte, 
al final del viaje partiremos de nuevo, 
al final del viaje comienza un camino, 
otro buen camino
que seguir descalzos
contando la arena, 
al final del viaje 
estamos tú y yo
intactos,
quedamos los que puedan sonreír 
en medio de la muerte,
en plena luz. 

Silvio Rodríguez






Fotografía de Eve Arnold






jueves, 21 de agosto de 2014

Poeta de guardia

Soy algo maga
Soy algo maga,
de ver claveles en rosales vengo.




ISLA IGNORADA

Soy como esa isla que ignorada, 
late acunada por árboles jugosos, 
en el centro de un mar 
que no me entiende, 
rodeada de nada, 
-sola sólo-. 

Hay aves en mi isla relucientes, 
y pintadas por ángeles pintores 
hay fieras que me miran dulcemente, 
y venenosas flores. 

Hay arroyos poetas 
y voces interiores 
de volcanes dormidos. 

Quizá haya algún tesoro 
muy dentro de mi entraña. 

¡Quién sabe si yo tengo 
diamante en mi montaña, 
o tan solo un pequeño 
pedazo de carbón! 

Los árboles del bosque de mi isla 
sois vosotros mis versos. 

¡Qué bien sonáis a veces 
si el viento 
os toca cuando viene el mar que me rodea! 

A esta isla que soy, si alguien llega, 
que se encuentre con algo, es mi deseo 
-manantiales de versos encendidos 
y cascadas de paz es lo que tengo-. 

Un nombre que me sube por el alma 
y no quiere que llore mis secretos 
y soy tierra feliz -que tengo el arte de 
ser dichosa y pobre al mismo tiempo-. 

Para mí es un placer ser ignorada, 
isla ignorada del océano eterno. 

En el centro del mundo sin un libro 
sé todo, porque vino un mensajero 
y me dejó una cruz para la vida 
-para la muerte me dejó un misterio-.




Más siento yo que vosotros 
que mis versos hayan salido 
a su puta madre.






Mocedades -El vendedor-





El vendedor


En la plaza vacía
nada vendía
el vendedor.
Y aunque nadie compraba
no se apagaba
nunca su voz,
no se apagaba nunca su voz.

Voy a poner un mercado
entre tantos mercaderes
para vender esperanzas
y comprar amaneceres.

Para vender un día
la melodía
que hace al andar
el agua de ese río
que es como un grito
de libertad.

¿Quién quiere vender conmigo
la paz de un niño durmiendo,
la tarde sobre mi madre
y el tiempo en que estoy queriendo?

Tú eres el que ha pasado,
el que ha llegado,
y el que vendrá.
Vende el árbol que queda
en la arboleda
de la verdad,
en la arboleda de la verdad.

Voy a ofrecer por el aire
las alas que no han volado,
y los labios que recuerdan
la boca que no han besado.

Alza cada mañana
esa campana
de tu canción,
pregonero que llevas
mil cosas nuevas
en tu pregón
mil cosas nuevas en tu pregón.

Vendo en una cesta el agua
y la nieve en una hoguera
y la sombra de tu pelo
cuando inclinas la cabeza.

¿Quién quiere vender conmigo
la paz de un niño durmiendo,
la tarde sobre mi madre
y el tiempo en que estoy queriendo?



Letra: José María Lizar (seudónimo del poeta y escritor José García Nieto)
Música: Juan Carlos Calderón


viernes, 8 de agosto de 2014

Aires gitanos

















 ROMANCE DE LA LUNA
( Romancero gitano)


La luna vino a la fragua 
con su polisón de nardos. 
El niño la mira mira. 
El niño la está mirando.

En el aire conmovido 
mueve la luna sus brazos 
y enseña, lúbrica y pura, 
sus senos de duro estaño.

Huye luna, luna, luna. 
Si vinieran los gitanos, 
harían con tu corazón 
collares y anillos blancos.

Niño déjame que baile. 
Cuando vengan los gitanos, 
te encontrarán sobre el yunque 
con los ojillos cerrados.

Huye luna, luna, luna, 
que ya siento sus caballos. 
Niño déjame, no pises, 
mi blancor almidonado.

El jinete se acercaba 
tocando el tambor del llano. 
Dentro de la fragua el niño, 
tiene los ojos cerrados.

Por el olivar venían, 
bronce y sueño, los gitanos. 
Las cabezas levantadas 
y los ojos entornados.

¡Cómo canta la zumaya, 
ay como canta en el árbol! 
Por el cielo va la luna 
con el niño de la mano.

Dentro de la fragua lloran, 
dando gritos, los gitanos. 
El aire la vela, vela. 
el aire la está velando.

Federico García Lorca





















lunes, 4 de agosto de 2014

Recordando a JJ Cale






"Siempre he sido un trovador gitano"






































No soy de los que alguna vez quisieron ser famosos. Eso nunca me interesó. De ahí, puede ser, que mis discos no vendan tan bien pero mis canciones triunfen cuando las interpretan otros. Tal vez tenga que ver con que no estoy dispuesto a jugar ciertos juegos que impone el sistema. Lo que no significa que sea un recluso. A veces pienso que eso de la fama de recluso es algo que se le ocurrió a alguien de algún departamento de "marketing" para disimular el hecho de que para el gran público consumidor yo resulto aburrido. Y como lo de ermitaño me da cierto misterio, todos felices. A mí lo que me gusta es escribir canciones. A eso me dedico. Las escribo y las voy archivando y ahí están,  y así de tanto en tanto.