
Eso somos: el tiempo que nos queda,
el último latido detenido,
la palabra no dicha,
el desierto cruzado,
y la senda sin nombre
que dejamos atrás.
Somos el abandono, la intemperie,
las luces apagadas,
y las puertas, cerradas para siempre,
tras un adiós forjado en la costumbre.
Pero somos el tiempo que nos queda,
la voz que no se apaga,
la azada que aún golpea, sin rendirse,
el poema no escrito,
la ópera inacabada de Puccini,
la derrota asumida, masticada,
y aquello que nos queda por vivir.
6 comentarios:
Somos el tiempo que nos queda. Es decir lo que decidamos...
Palabras mayores de José Manuel Caballero Bonald con la pura excelsa música de Philip Glass que nos transporta a lo que nos queda por vivir.
Y qué bueno, Marian, que nos hagas leer lo que necesitamos. Y no es la primera vez que lo haces. Y no dejes de hacerlo, claro.
Qué gran poeta, Caballero Bonald, afortunadamente vivo y trabajando.
Ojalá le quede mucho por vivir y esa voz se apague lo más tarde psible, o mejor no se apague nunca.
Que estaremos conectados por el cosmos, Carlos:)
Ojalá, Charlie, pero mucho o poco, su legado no se apagará.
Me ha encantado este poema y descubrir tu blog.
Somos el pasado, la voz que calló, el grito no pronunciado, somos el futuro incierto, palabras por descubrir.
Un beso
Un beso, María.
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